domingo, 9 de junio de 2024

Aquí pensando | De los buenos y los tontos

 

 
 

Se pueden hacer ambas cosas sin problemas, saben. Se llama armonía (con uno mismo, ergo con los demás: con absolutamente todo). 
 
Por otra parte, ayudar no significa ponerse por debajo de nadie. Tampoco por arriba. Puedes mirar al otro sin lástima ni desdén y tratarlo como un par, que todos tienen dignidad. En esencia todos estamos hechos de la misma substancia. De nuevo, la clave está en el balance. «El justo medio es la virtud» decía Aristóteles (los sabios de la antigüedad lo sabían todo: el resto del conocimiento es una nota a pie de página de su sabiduría). 
 
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Internet está lleno de frasecillas así, porque el mundo está lleno de gente que piensa así. Les hace falta autoindagación: meditar en sí mismo(a)s antes de seguir perdiendo el tiempo buscando respuestas afuera. Por supuesto que hay que escuchar a los demás, al entorno, que la interacción enriquece. Empero, la última palabra acerca de nuestra vida la tenemos nosotros. Es nuestra vida ¿cómo alguien ajeno a ella puede tener las respuestas sobre ella? Esas respuestas las encontramos y elaboramos nosotros a medida que vivimos. El entorno nos da oportunidades y herramientas para la experiencia. 
 
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Ser buena persona no significa ser un tonto, una tonta. Al contrario, los verdaderos estúpidos de este mundo son los malos: su ignorancia es su edición. Ser bueno, benevolente, equivale a ser lucido: estar en la luz. Que no se les olvide.


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